viernes, 16 de octubre de 2009

No recuerdo el día ni fechas, creo que tampoco la ocasión. Fue una noche en la cual el frío no estaba presente y la muchedumbre se extinguía. Yo no lo conocía y él se comportaba extrañamente, hablaba de superficialidades y música. Yo le hablé de los tumores en los árboles, pero él sólo se burlaba de mi.
Me reveló su hogar, un lugar sucio y solitario digno para una bestia. Yo no entendía, él lucía un tipo normal aunque reflejaba un carácter pérfido. A pesar de esto confié en él.
Cuando me detuve, se irrumpió con instintos bélicos y logré captar su condición.
Lo abandoné… ya no recuerdo ni su nombre.

2 comentarios:

H e y y o u !™ dijo...

Los locos son felices! o tal vez los felices son locos*

PSICOCARACOL dijo...

Yo cuando me detengo, suelo bailar sin parar... por lo tanto ese tipo del que no recuerdas ni su nombre no era yo.